lunes, 11 de julio de 2011

Libros

¿QUIEN SE HA LLEVADO MI QUESO?





INTRODUCCIÓN


¿Quién se ha llevado mi Queso? Es un cuento sobre el cambio que tiene
lugar en un laberinto donde cuatro divertidos personajes buscan “queso”.
El queso es una metáfora de lo que uno quiere tener en la vida, ya sea un
trabajo, una relación amorosa, dinero, una gran casa, libertad, salud,
reconocimiento, paz interior o incluso una actividad como correr o jugar golf.
Cada uno de nosotros tiene su propia idea de lo que es el queso, y va tras
él porque cree que le hace feliz. Si lo consigue, casi siempre se encariña
con él. Y si lo pierde o se lo quitan, la experiencia suele resultar traumática.
El en cuento, el “laberinto” representa el lugar donde pasas el tiempo en
busca de lo que deseas. Puede ser la organización en la que trabajas, la
comunidad en don de vives o las relaciones que mantienes en tu vida.
Uno de los ejemplos reales de cómo ha servido este cuento en la vida real
es el de Charlie Jones, el respetado locutor de la cadena NBC, quien confesó
que escuchar el cuento ¿Quién se ha llevado mi Queso? salvó su carrera.
Lo que ocurrió fue lo siguiente: Charlie se había esforzado mucho y hecho
un buen trabajo retransmitiendo las pruebas de atletismo de unos Juegos
Olímpicos. Por eso, cuando su jefe le dijo que había sido apartado de esa
actividad deportiva y que en los siguientes Juegos tendría que encargarse
de las retransmisiones de natación y saltos, se quedó muy sorprendido y
se enfadó.
Como no conocía tan bien esos deportes, se sintió frustrado. El hecho de que
no le reconocieran que había realizado una buena labor lo irritaba. Le parecía
injusto, y la ira empezó a afectar todo lo que hacía.
Entonces le contaron el cuento ¿Quién se ha llevado mi Queso?.
Después de oírlo, se rió de sí mismo y cambió de actitud. Advirtió que lo único
que había ocurrido era que su jefe (o su cliente, o el mercado) “le había movido
el queso”, y se adaptó. Aprendió sobre esos dos nuevos deportes y, en el
proceso, descubrió que hacer algo nuevo lo rejuvenecía.
Su jefe no tardó en reconocer su actitud y energía nuevas y en aumentar sus
retribuciones. Disfrutó de más éxito que nunca y se hizo una excelente
reputación como comentarista.
Como toda empresa que aspire no solo a sobrevivir, sino a ser competitiva,
tu empresa debe estar cambiando constantemente. Nos mueven el “queso”
sin parar. Mientras que en el pasado queríamos empleados leales, hoy
necesitamos personas flexibles que no sean posesivas con “la manera de
hacer las cosas aquí”.
Y como todos sabemos, vivir en una permanente catarata de cambios suele
ser estresante, a menos que las personas que tengan una manera de ver el
cambio que las ayude a comprenderlo. Y aquí es precisamente donde entra
en acción el cuento del “queso”.
En cualquier caso, espero que cada vez que releas ¿Quién se ha llevado mi
Queso? Encuentres algo nuevo y útil en el cuento, tal como me ocurrió a mí,
y que esto te ayude a afrontar el cambio y a tener éxito, sea lo que sea el
éxito para ti.
Con mis mejores deseos, espero que disfrutes con lo que encuentres. Ah, y
recuerda: Muévete cuando se mueva el queso.
 
LA REUNIÓN, CHICAGO
En Chicago, un soleado domingo, hombres y mujeres que habían ido juntos
a almorzar tras haber asistido a un acto oficial en el centro la noche anterior.
Querían saber más cosas de la vida de sus ex compañeros de clase. Después
de muchas bromas y una gran comida, entablaron una interesante reunión.
Angela, que había sido una de las personas más populares de la clase dijo:
- La vida ha seguido una trayectoria muy distinta de lo que yo pensaba cuando
íbamos al instituto. Han cambiado muchas cosas.
- Es Cierto – convino Nathan.
Los demás sabían que Nathan había continuado con el negocio familiar, que
funcionaba como siempre, y que desde que ellos recordaban estaba integrado
en la comunidad. Por eso los sorprendió verlo preocupado.
- Pero ¿habéis notado que cuando las cosas cambian nosotros no queremos
cambiar? – prosiguió.
- Creo que nos resistimos al cambio porque cambiar nos da ,miedo -  apuntó
Carlos.
Tú eras el capitán del equipo de fútbol, Carlos – dijo Jessica -. Nunca hubiera
pensado que algún día llegarías a hablar de miedo.
Todos rieron al  advertir que, aunque habían tomado direcciones distintas (desde
amas de casa hasta ejecutivos de empresas), habían experimentado sensaciones
similares.
Cada uno de ellos intentaba afrontar los cambios inesperados que se estaban
produciendo en su vida en los últimos años. Y casi todos los asistentes admitieron
que no habían encontrado una buena manera de hacerlo.
-A mí también me daban miedo los cambios – intervino Michael -. Cuando se
produjo un gran cambio en nuestra empresa, no supimos qué hacer. Seguimos
actuando como siempre y casi lo perdimos todo. Pero entonces me contaron un
cuento que lo cambió todo.
-¿En serio? – preguntó Nathan.
-Sí, el cuento alteró la manera en que yo miraba los cambios, y a partir de ese
momento las cosas mejoraron rápidamente....En mi trabajo y en mi vida.
“Entonces divulgué el cuento entre algunas personas de mi empresa, que hicieron
lo propio con otras ajenas a ella, y enseguida las cosas empezaron a funcionar
mucho mejor porque todos nos adaptamos mejor al cambio. Y muchos dicen lo
mismo que yo: que los ha ayudado en la vida privada.
-¿De qué trata el cuento? – preguntó Ángela.
- Se llama ¿Quién se ha llevado mi Queso?.
Todos se echaron a reír.
- Me gustaría oírlo – dijo Carlos - ¿Por qué no nos lo cuentas ahora?.
- Desde luego – respondió Michael – Será un placer para mí....No es demasiado
largo.
Y Michael empezó a contar el cuento.

Noticias Periodico Milenio

Detallan zonas en peligro por lluvias, canales y ríos en Chalco



De acuerdo al nuevo Atlas de Inundaciones de Chalco, 21 colonias son susceptibles de sufrir diversos grados de encharcamiento, informó el director del Organismo Descentralizado de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento (ODAPAS), Esteban Hernández Cureño.
El funcionario informó que mantienen un programa para atender contingencias derivadas de lluvias.
“Sabemos cuál es la problemática que se puede presentar, por ello nosotros, al tener indicios de alguna precipitación pluvial, le damos la debida atención en tiempo y forma para evitar situaciones mayores”.
Colonias que se encuentran en el atlas de inundaciones son: Zona Ejidal, Jardines, Culturas de México, La Bomba, Emiliano Zapata, Ampliación San Isidro, Campamento 21 de Mayo, La Conchita, Granjas Chalco y San Miguel Jacalones.
Los pueblos que podrían presentar potencialmente problemas de encharcamientos son: San Lucas Amalinalco, Miraflores, Santa Catarina, Ayotzinzo, San Pablo Atlazalpa, San Gregorio Cuauzingo, San Marcos Huixtoco, San Martín Cuautlalpan y Santa María Huejoculco.
El barrio que podría presentar problemas de por lluvias es La Candelaria Tlapala, añadió el funcionario, quien sostuvo que en Chalco viven un promedio de 350 mil personas.
EMERGENCIA
En Santa María Huejoculco damnificados esperan el apoyo de las autoridades para recuperar parte de los bienes que perdieron, luego de las inundaciones derivadas del desbordamiento del canal que cuza el centro del pueblo
“El cuarto donde hace pan mi suegra todo se dañó; no vamos a hacer pan, todo está sucio todo se dañó, los chiquihuites se echaron a perder, perdimos sillones y camas”, dijo Aurora Delgadillo Villalpando quien vive en la calle Independencia número 1.
El director de Desarrollo Social, Mauricio Antonio Vázquez sostuvo que están esperando la instrucción del gobierno del Estado de México para determinar cómo van a apoyar a los damnificados, “ya sea con material o con alguna otra situación, pero estamos focalizados en los casos donde pasó la corriente y se llevó todo”.
Recordó que seis casas resultaron dañadas en su totalidad y eran viviendas con loza, adobe, láminas y madera que fueron vulnerables al paso de la corriente.
En días pasados se presentaron problemas derivados del canal Amecameca que registró una crecida, por lo que en coordinación con Valle de Chalco y ejidatarios se trabaja para poder hacer una sangría, en caso necesario, para desahogar agua que viene de las partes altas de la zona de los volcanes y evitar que población resulte afectada.
Autoridades de Chalco sostuvieron que por el momento no se registra ningún problema en el río La Compañía.

Poesia

REDONDILLAS

 
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Ensayos

Escuchar, hablar, leer y escribir
Óscar Benítez Hernández (2007). México. Texto inédito.




Aprender a hablar y escribir, así como a escuchar y leer, sirve para que entendamos, nos entiendan y no haya confusiones; sirve para que mejoren nuestras relaciones con los vecinos, amigos, familiares o parejas; sirve para que consigamos trabajo, para ascender o para mantenernos en un puesto laboral. Mejorar estos aspectos nos da la posibilidad de participar en diversos procesos sociales y contribuir al desarrollo de nuestro país.

En estudios sobre lectura, realizados durante los últimos años en España por el Centro de Investigación y Documentación Educativa, se ha encontrado que los alumnos con mejores calificaciones son los que más leen, que la lectura estimula la imaginación y la reflexión. Sin embargo, ¿qué sucede hoy con la lectura y escritura en México?

Nuestra sociedad se caracteriza por la sobreabundancia de datos. Antes, se podía aprender de manera adecuada si se sabía leer. Ahora, debemos ser capaces de manejar una computadora, necesitamos conocer el idioma inglés, requerimos el desarrollo de otras habilidades que complementen el saber leer para interpretar información tan diversa. Además, debido a la influencia de ciertos medios de comunicación, muchas veces preferimos no leer: para qué leer el periódico o una novela si de forma más entretenida podemos ver o escuchar la misma noticia o hasta la misma historia del libro en otros medios.

En el caso de la escritura, la posibilidad de enviar y recibir información de una forma ágil y práctica, por medio de la Internet o de un teléfono celular, ha provocado que se redacte sin el menor cuidado. Nuestra escritura en estos medios ha llegado a un nivel similar al del habla coloquial, en el que no importa si no decimos todo o no pronunciamos bien lo que queremos decir, porque siempre estará la posibilidad de corregir el error en la repetición. A esto se suman los modismos con los que nos expresamos, muchos de ellos diferentes en cada región. Olvidamos que no debemos escribir de la misma manera que hablamos, porque no todos hablan de la misma forma que nosotros, porque la escritura debe ser precisa y clara para que se entienda cabalmente. Asimismo, es sabido que a pesar de los esfuerzos de los profesores, los vicios y errores de nuestra escritura actual no terminan, sino que se siguen fomentando.

Ha sido lógico que nuestra forma de hablar y de escribir cambie si nosotros también cambiamos década tras década. Lo importante no es conservar las mismas palabras, sino mantener reglas, un orden, para que nos podamos entender y nuestra comunicación no se vuelva un caos.

La literatura se integra y se produce en esta cultura consumista, práctica y de modas pasajeras, no obstante, también se distingue porque no caduca, porque mantiene valores que ha tenido el hombre desde las primeras civilizaciones; porque, en lo esencial, la literatura no se forma con palabras, sino con las experiencias de los hombres y de sus pueblos. En esto radica su valor y al mismo tiempo es lo que un lector recoge de los libros.

Saber escuchar y leer no es dar la espalda a los productos tecnológicos ni a los medios de comunicación, ni a las variedades de nuestro idioma. Consiste en saber reconocer, seleccionar y recoger lo que consideramos útil para nuestras metas y puede hacernos, a veces, hombres más justos con nuestros semejantes y con nuestra vida. Si sabemos escuchar, hablar, leer y escribir, con el objetivo de comprender y que nos comprendan, podremos seguir aprendiendo y creciendo siempre sin la necesidad de un profesor

Cuentos

Una sombra en el espejo
Cristina Pacheco.



Siempre que ordeno mi clóset me encuentro un montón de zapatos que no uso. Cuando he intentado tirarlos o regalarlos me arrepiento y los devuelvo a su lugar. El absurdo se justifica por mi superstición: mientras conserve esos zapatos podré volver a las etapas de mi vida con que están asociados.



Me gustaría tener la misma relación con los paraguas. Es imposible porque todos los pierdo. Cuando empieza la temporada de lluvias tengo que comprarme uno. En cuanto me encariño con él lo extravío. Nunca hago nada por recuperarlo. Quizá se deba a que son demasiado corrientes o a que pienso que su destino es bogar en la lluvia. Por eso me llamó la atención oírme decir: Tengo que volver al restaurante, olvidé mi paraguas.



Fue difícil rechazar la gentileza de mis anfitriones, que insistían en acompañarme, pero logré quedarme sola para reencontrarme con ese espacio del que había estado ausente más de diez años. La modificación de las calles, los nuevos edificios, las casas demolidas, se encargaron de cobrarme mi abandono, haciéndome sentir extraña en el sitio al que me ligaron recuerdos familiares y, sobre todo, la memoria de Aurelio. Me hice la pregunta inevitable: ¿Qué habrá sido de él? Tal vez había realizado el proyecto que compartimos de jóvenes como espacio de un destino común: comprar un terreno, construir una casa y formar una familia.



Sentí algo parecido a los celos cuando me asaltó la idea de que quizá estaría realizando nuestro sueño con otra mujer, tuve la certeza de que estaba casado. Probablemente le habría hablado a su esposa de mí, de nuestras caminatas bajo la lluvia perpetua que aísla y protege a San Andrés Cholula con tanto celo como las montañas que lo rodean. Si ella advirtió alguna emoción en el relato, de seguro inquirió por el motivo de nuestra separación.


La pregunta tuvo que haberse quedado sin respuesta porque yo misma nunca le di una explicación.
Ocurrió durante las vacaciones. Cuando Aurelio fue a despedirme, me alejé por el camino asfaltado. No le mentí al decirle: Nos vemos en septiembre. Sin embargo, pasaron diez años para que yo regresara. La capital me atrapó... su figura, su voz, se fueron diluyendo como un terrón de azúcar en el café. Muchas veces tuve la intención de escribirle y explicarle lo que me estaba sucediendo; pero la debilidad de mis argumentos me orilló a destruir las cartas.


Al final suspendí ese diálogo silencioso.


Llegué al restaurante. A sesenta minutos de mi primera visita, me pareció diferente, mucho más animado y agradable. Me sobresaltó escuchar una voz: Uy, ¿regresó tan pronto? ¡Qué bueno, qué bueno! Eso quiere decir que le gustó el lugar. ¿Qué le servimos? Me tranquilicé en cuanto reconocí al mesero que, en mangas de camisa y con mandil blanco, nos había atendido apenas una hora antes. Nada, gracias. Lo que pasa es que olvidé mi paraguas, ¿me permite entrar a buscarlo?
Él mismo me condujo hasta el saloncito interior. Mientras nos abríamos paso entre las mesas demasiado juntas teorizó acerca de los paraguas: Yo no sé qué tienen, todo el mundo los pierde. Y si no me cree, pregúntele a cualquiera de las personas que están aquí. En ningún momento se volvió a verme. No esperaba respuesta alguna